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¿Y mi queso? Cómo ver el cambio

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Érase una vez dos hombrecitos y dos ratones atrapados en un laberinto. Buscaban día y noche un queso para poder comer. Un buen día lo encontraron en un lugar de un laberinto. Todos quedaron sorprendidos ya que era un cuarto repleto de queso.

Todos los días los ratones y los hombrecitos se levantaban temprano para ir a saborear el rico queso. Pero cada día los dos hombrecitos se iban quedando atrás de los ratones, se levantaban más tarde porque creían que el queso les iba a durar para siempre.

Un día todos se dieron cuenta de que el queso había desaparecido. Los ratones rápidamente se fueron en busca de otro cuarto que tuviera el mismo queso. En cambio los hombrecitos no lo podían creer. Estuvieron ahí un rato pensando en quién o cómo desapareció el queso. Hasta dudaban de los ratones. Pasaban los días y los hombrecitos cada vez se debilitaban más. Hasta que un día uno de ellos decidió seguir adelante en busca de nuevo queso. Y el otro decidió quedarse porque no quería aceptar la realidad.

Tras una larga búsqueda por fin encontró el cuarto relleno de queso y se encontró ahí a los ratones que ya llevaban un buen de tiempo.

Pero el hombrecito aprendió la lección, iba verificando a diario el queso, si ya había poco o cuánto había, y si ya se iba enmoheciendo. Y cada día se iba a recorrer mas allá del laberinto para saber dónde había más queso.

Este es el resumen de un libro llamado: QUIÉN SE HA LLEVADO MI QUESO.

Se ha usado este libro para mostrar cómo se debe actuar frente al inexorable cambio. Lo único que no cambia, es el cambio.

Y, por cierto, estamos afrontando muchos cambios. Para que tengamos una idea de la magnitud de los cambios que estamos viviendo, se asegura que el terremoto de Chile habría inclinado el eje terrestre en 2,7 milisegundos de arco (unos 8 centímetros). Lo que genera dos cambios en la Tierra:

Se acortó en 1,26 microsegundos (un microsegundo equivale a una millonésima de segundo) la longitud de cada día en la Tierra.

Se cambió la distribución de la masa terrestre.

¿Vemos que todo cambia?

Si esto es cierto sobre nuestro planeta, ¿qué decir de nuestra vida?

Hoy estamos empleados, y tal vez en una hora ya no.

Hoy pagamos el azúcar o el pan a un precio, y mañana pagamos más por los mismos productos.

Una de las cosas que enseña este libro, es que debemos anticiparnos al cambio para que no nos tome de sorpresa. Si nos toma de sorpresa, es que no supimos actuar en su momento, para saber enfrentar el cambio con éxito.

Llama la atención en este libro, que sean precisamente dos ratoncitos, los que van en seguida en pos de más queso, una vez comprobaron que se les acabó el que había.

Los animales poseen sabiduría instintiva, dada por Jehová, gracias a la cual saben reaccionar en tiempo real ante las circunstancias.

Deberíamos aprender de estas criaturas, que aunque irracionales, nos enseñan a actuar enseguida, con previsión, para saber actuar enseguida ante los cambios.

Por algo Salomón escribió en Proverbios:

Proverbios 6:6-11

Vete donde la hormiga, oh perezoso; mira sus caminos y hazte sabio. 7 Aunque no tiene comandante, oficial ni gobernante, 8 prepara su alimento aun en el verano; ha recogido su abastecimiento de alimento aun en la siega. 9 ¿Hasta cuándo, oh perezoso, te quedarás acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10 Un poco más de sueño, un poco más de dormitar, un poco más de cruzar las manos para estar acostado, 11 y tu pobreza ciertamente vendrá justamente como algún vagabundo, y tu carencia como un hombre armado.

La Biblia nos instruye a aprender, hasta de seres como las hormigas, nos dice que miremos sus caminos, o forma de proceder, para hacernos sabios. las hormigas preparan su alimento, aún en tiempos en los que hay abundancia de alimento, como en el tiempo del verano o la siega. Nunca dejan de trabajar. Saben que hay tiempos en los que no podrán recoger alimento, como en el invierno.

Espiritual y emocionalmente, debemos invertir, tiempo, dinero, esfuerzos concienzudos y conscientes para tener la sabiduría necesaria para enfrentar los cambios.

Si nos anticipamos al cambio podremos controlar la situación.

Somos reactivos, no proactivos. Pensamos en la necesidad de prepararnos en momentos de crisis. No vemos la urgencia de acercarnos a Dios en oración, de tener una vida de orar, llenar nuestra mente de pensamientos positivos y espirituales. Y cuando vienen los problemas, reaccionamos carnalmente, no espiritualmente, creándonos más problemas.

¿Cómo actuar con fe, decisión y resolución al atravesar problemas, confiando en Dios si nunca lo hemos hecho?

No es necesario esperar a que las cosas marchen mal para estructurarse uno internamente y cambiar para mejorar, para cultivar la propia espiritualidad.

No tenemos que aprender con las malas experiencias. ¿Qué sentido tiene equivocarse para "aprender", si con la guía de Jehová uno puede aprender bien para lograr el éxito?


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Dicen los primeros versículos de Proverbios 1:1-7

Los proverbios de Salomón hijo de David, el rey de Israel, 2 para conocer uno sabiduría y disciplina, para discernir los dichos del entendimiento, 3 para recibir la disciplina que da perspicacia, justicia y juicio y rectitud, 4 para dar sagacidad a los inexpertos, conocimiento y capacidad de pensar al joven. 5 El sabio escucha y absorbe más instrucción, y el entendido es el que adquiere dirección diestra, 6 para entender el proverbio y el dicho difícil de entender, las palabras de los sabios y sus enigmas. 7 El temor de Jehová es el principio del conocimiento. La sabiduría y la disciplina son lo que han despreciado los que simplemente son tontos.

La Biblia es una mina de repleta de tesoros de sabiduría y conocimiento. Allí, en algún versículo, en algún relato, en proverbio, un salmo, en algún lugar está la respuesta de Dios para resolver los problemas que uno tiene.

El asunto es buscar esa guía, y dejarse guiar por ella.


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