La Palabra de Dios ejerce poder
Porque la palabra de Dios es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos, y penetra hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y su tuétano, y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón.
Hebreos 4:12
¿Cómo puede la Biblia ayudar a discernir los pensamientos
e intenciones del corazón?
En la Biblia se hallan los pensamientos de Dios. No todos, pero sí en líneas generales se revela lo que Dios piensa sobre ciertos asuntos. Pero tenemos libre albedrío. Somos libres de decidir qué creer, o qué no creer. Qué hacer o no hacer.
Precisamente eso nos indica la Biblia. Teoría y práctica. Qué hacer, y cómo podemos hacerlo.
Toda persona tiene sus propias ideas y creencias. Pero si una persona alinea su pensar y su sentir con lo que dice Dios, entonces ahí la Palabra de Dios comienza a ejercer poder en su vida. No es igual una persona que se alinea a una palabra de Dios, que tiene el poder del espíritu santo, a una que simplemente se alinea a lo que indique la Biblia.
En diversas circunstancias o situaciones de la vida somos probados, tenemos que demostrar de qué material estamos hechos, qué pesa más en nuestra vida. Por ejemplo, Salomón era un hombre a quien Jehová dio sabiduría. Pero al final de su vida se multiplicó esposas, y estas le inclinaron el corazón hacia alejarse de Dios.
¿Cómo reaccionar ante ese relato? Uno podría argumentar que la culpa la tenían las mujeres idólatras. ¿Fueron ellas las responsables de que Salomón se alejara de Dios? ¿Quién decidió tener mil mujeres: fueron las mil mujeres o fue Salomón?
Evidentemente, Salomón tomó una mala decisión al multiplicarse esposas. Ahora bien, fue él mismo quien escribió en Proverbios 5:15-20 que era bueno que un hombre se sintiera en un éxtasis constante con su esposa y no se buscara otra. La pregunta es: ¿por qué Salomón no siguió su propio consejo, inspirado?
Si eso le pasó a Salomón, un hombre con sabiduría divina, con cuánta más razón las señales de alerta uno las debe tener encendidas al máximo para evitar el caer en errores costosos.
Bien reconoce la Biblia:
Sí, el corazón es traicionero, y desesperado. Dos cualidades negativas que obran en el propio beneficio del creyente.
Ahora bien, todos conocemos los efectos de dejarse arrastrar por las ideas equivocadas, las malas decisiones, las opiniones sentimentales poco prácticas. Pero la pregunta del final del versículo bíblico es: ¿quién puede conocer a ese corazón traicionero y desesperado?
El corazón, las motivaciones, son como una especie de lugar cerrado con candado. Y la llave, ¿quién la tiene?
Sí, la llave de la mente la tiene Dios. Pero, ¿cómo Jehová nos ayuda a tomar consciencia de lo que hay en el corazón? Uno de esos principios es que Dios pone a prueba a una persona, bien al ocasionar o dar lugar a que ocurran determinadas circunstancias o acontecimientos, o al hacer que esa persona escuche sus mensajes inspirados, con el fin de que ejerza su libre albedrío y tome una decisión que revele a la vista de Jehová cuál es la inclinación de su corazón. De acuerdo con la respuesta de la persona, Dios puede también amoldarla en el derrotero que ella ha escogido de propia voluntad. Así que “el corazón del hombre terrestre” tiene que inclinarse primero en una determinada dirección antes de que Jehová proceda a dirigir sus pasos. (Pr 16:9; Sl 51:10.) Cuando se halla bajo prueba, el corazón puede adoptar una actitud invariable, bien para endurecerse en un proceder de injusticia y rebelión o para reafirmarse en su devoción inquebrantable a Jehová Dios y en su determinación a hacer Su voluntad.
Una vez que la persona ha llegado a ese extremo por decisión propia, las consecuencias de su derrotero son propias. No puede decir que no sabía, que no se dio cuenta.
Dios no le endurece el corazón a nadie, ni la hace caer a propósito. La inclinación o actitud de corazón que una persona tenga es según su voluntad y sigue su propia inclinación, lo que inexorablemente conduce a unos resultados que son evidentes a su debido tiempo.