Vivir por espíritu, andar por espíritu
El espíritu santo es energía divina. Es eficaz, operante, activa. Inicia, desarrolla y culmina procesos. En Génesis 1:2 se muestra cómo ese espíritu se movía de un lado a otro sobre las aguas, permeándolas, poniendo orden y dando luz a una Tierra sin forma y desierta, iniciando así el proceso que iniciaba la preparación de la Tierra para ser habitada.
Espiritualmente el creyente necesita del espíritu santo para ser creado. Para que la obra de Dios opere en él o ella, de dentro hacia afuera. Es esa fuerza que impulsa la mente, iniciando ese proceso de metamorfosis espiritual, que Dios inicia, acompaña en el proceso, y lo culmina al grado y nivel que Él lo desea. Indica Pablo en su carta a los Romanos, que tras dicha transformación o metamorfosis, el creyente puede probar para sí lo que es la buena, acepta, y perfecta voluntad de Dios. La voluntad de Dios en lo grande, en lo trascendente, en lo eterno, y la voluntad de Dios en lo pequeño, en lo cotidiano, en el día a día del aquí y ahora.
(Romanos 12:2)
Pero ese espíritu santo, que habita dentro del creyente, del cual es templo su cuerpo, debe ser la fuerza que haga vivir y andar. ¿Qué significa eso?
Espiritualmente el creyente necesita del espíritu santo para ser creado. Para que la obra de Dios opere en él o ella, de dentro hacia afuera. Es esa fuerza que impulsa la mente, iniciando ese proceso de metamorfosis espiritual, que Dios inicia, acompaña en el proceso, y lo culmina al grado y nivel que Él lo desea. Indica Pablo en su carta a los Romanos, que tras dicha transformación o metamorfosis, el creyente puede probar para sí lo que es la buena, acepta, y perfecta voluntad de Dios. La voluntad de Dios en lo grande, en lo trascendente, en lo eterno, y la voluntad de Dios en lo pequeño, en lo cotidiano, en el día a día del aquí y ahora.
(Romanos 12:2)
Pero ese espíritu santo, que habita dentro del creyente, del cual es templo su cuerpo, debe ser la fuerza que haga vivir y andar. ¿Qué significa eso?
Si ese espíritu vive en usted déjelo que le dirija.
En el libro de Hechos, se hallan relatos que pueden servir de guía para entender el cómo vivir por espíritu, y cómo andar por espíritu.
Andar en el Espíritu significa tener dirección clara,
con decisiones claras
con decisiones claras
Lo primero que se debe tener en cuenta es el qué es ese espíritu santo. Es energía divina, direccionada hacia el cumplimiento y fin que Jehová tiene establecido. Los egipcios al ver cómo Moisés hacía milagros poderosos que superaban con suficiencia a los actos de magia de los miembros de la corte de Faraón, dijeron que era el dedo de Dios. Si nos imaginamos al dedo de Dios, pensamos en una dirección clara, no en 2 ó 5. ¿Cómo andar en 2 ó 5 direcciones espirituales? El creyente debe tener la confianza y la fe en que, no importa cómo se vea o se perciba una situación, Dios sabe lo que hace y hacia dónde nos dirige. El o la creyente debe permitir que esa dirección clara del espíritu provea las instrucciones absolutamente claras y detalladas que emanan de Jehová. Si usted anda en el espíritu, entonces no anda en confusión, sus decisiones no son nubladas.
Los primeros creyentes del siglo I no anduvieron en confusión. ¡Ellos fueron dirigidos por el espíritu santo en cada decisión, cada movimiento, cada acción!
El espíritu santo les impulsaba en una dirección, era la fuerza que les motivaba, hablaba a su interior, y los dirigía en cada hora de su andar. Ninguna decisión era hecha sin antes consultar bajo oración ferviente en espíritu santo. El lema de aquellos creyentes era: "¡El que tiene oídos para oír, oiga lo qué el Espíritu tiene que decir!"
Por cierto, culmina así cada uno de los mensajes de Jesús a sus simbólicas 7 iglesias o congregaciones del Apocalipsis, que representan al conjunto de quienes afirman ser seguidores de Cristo.
El espíritu santo les impulsaba en una dirección, era la fuerza que les motivaba, hablaba a su interior, y los dirigía en cada hora de su andar. Ninguna decisión era hecha sin antes consultar bajo oración ferviente en espíritu santo. El lema de aquellos creyentes era: "¡El que tiene oídos para oír, oiga lo qué el Espíritu tiene que decir!"
Por cierto, culmina así cada uno de los mensajes de Jesús a sus simbólicas 7 iglesias o congregaciones del Apocalipsis, que representan al conjunto de quienes afirman ser seguidores de Cristo.
Probablemente usted ha escuchado a predicadores, a misioneros, a pastores, a organizaciones cristianas decir, "Jesús dijo, "Ve a todo el mundo, predica el evangelio y haz discípulos".
Esta es únicamente una parte de la verdad. Toda organización denominada cristiana ha ido a predicar el evangelio o buenas nuevas del Reino de Dios por todo el mundo con libros, revistas, folletos, misioneros, tratados, sermones, estableciendo iglesias, congregaciones, lugares de culto o reunión. Eso han hecho todos los que a sí mismos se llaman cristianos.
Pero esas fueron las instrucciones de Cristo a sus seguidores hace 20 siglos.
Pero esas fueron las instrucciones de Cristo a sus seguidores hace 20 siglos.
¿Qué nos diría Cristo HOY?
Esa es una buena pregunta.
¿Cuál sería su instrucción?
¿A qué invitaría a hacer el Amo en este tiempo?
¿Mandaría a hacer lo que mandó a hacer hace 20 siglos?
¿O tendría nuevas direcciones epirituales a las cuales dirigir a los creyentes?
Ubicándonos en el siglo I Pablo, Silas y Timoteo demostraron ser guiados por el espíritu. Cada uno de ellos estuvo lleno del espíritu santo y anduvieron diariamente en el Espíritu. Y en el capítulo 16 de Hechos, estos hombres nos muestran qué podemos esperar en ese guiar del espíritu.
Pablo había elegido a Silas y a Timoteo para ir con él a lo largo de los grupos de creyentes esparcidos en el mundo, para establecerlas: "Así que las iglesias o (congregaciones) eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día" (Hechos 16:5). En los días de Pablo no había continente más necesitado que Asia. Esa tierra estaba en oscuridad total. Pablo quería ir donde estaba la necesidad. Pero en esta ocasión el Espíritu le prohibió predicar en Asia:
"Y atravesando a Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el espíritu santo hablar la palabra en Asia" (verso 6).
Ellos comenzaron a salir, pero el Señor de la obra, les dijo, "¡No, no deben ir en este momento!"
Pablo dijo, "¡Está bien, vamos a Bitinia! ¡Allí la gente está en tinieblas, y nosotros hemos sido llamados a ir. Vamos entonces!" Pero nuevamente, el espíritu santo no se los permitió.
Veamos. Pablo entendía que había una necesidad. Asia requería que se le anunciaran las buenas nuevas. Pero el Amo de la obra dijo ¡No! El proverbio inspirado dice que hy que confiar en Jehová con todo el corazón y no apoyarse en el propio entendimiento o prudencia. Pablo, un hombre inteligente, era capaz de valorar las situaciones, y como apóstol, actuar.
Muchos llamados cristianos valoran las necesidades espirituales de otros. Analizan cómo se mueven los acontecimientos mundiales. Y toman decisiones sobre la dirección espiritual que deben dar, tanto para sí mismos como para sus familias o iglesias, congregaciones, u organizaciones "cristianos". Pero en el ánimo de los que acuden a Iglesias, o congregaciones "cristianas", hay vacío. Hay desánimo. Hay tristeza, depresión, no hay resultados. ¿Por qué? ¿Por qué hay resultados negativos en lo que se llama la "obra del Señor"?
Tal vez porque no es la "obra del Señor". Tal vez porque no es el Amo, Jesucristo, quien está dirigiendo por espíritu santo a dichas obras, iniciativas o actividades "cristianas". El que realmente dirige la llamada obra "cristiana", es la tradición, la opinión humana, las estadísticas, los números, el seguir reglas, la cantidad de dinero que se recauda en el nombre de Dios, o los intereses políticos.