Los Evangelios: Lucas
El Evangelio de Lucas:
Un relato
instructivo sobre la vida de Jesús
Son 24, los capítulos que conforman el evangelio de Lucas, una crónica
detallada sobre la vida y ministerio de Jesús. Es el evangelio más extenso de
los 4, y la información que presenta, que sólo se encuentra en este libro, es
singular en un 59%. Lo cual significa que Lucas, el escritor de este evangelio,
registró acontecimientos y enseñanzas de Jesús que solo aparecen en su
Evangelio. Es interesante indicar que, cierto erudito, experto en el Nuevo
Testamento, también llamadas Escrituras Griegas Cristianas, destacó 82 pasajes bíblicos,
exclusivos de este Evangelio. Además, sigue un orden cronológico en su
narración de los sucesos.
Lucas,
el “médico amado”: Autor del evangelio
La Biblia sólo lo menciona en 3 lugares: Colosenses 4:14, 2 Timoteo
4:11; Filemón 24. En Colosenses 4:14 se le llama Lucas, el “médico amado”. Y hay
aspectos de este evangelio que muestran que su escritor era un médico
instruido. Lucas es autor de 2 libros del Nuevo Testamento: el Evangelio de
Lucas y Hechos de los Apóstoles, ambos, dirigidos a una misma persona: Teófilo.
El vocabulario que usa en sus escritos es mucho más extenso que el de los otros
tres evangelios combinados, y las descripciones de las enfermedades que Jesús
sanó, son más específicas que en los otros relatos. Además, documentos del
siglo II d. C., como el Fragmento de Muratori (c. Siglo II d. C.), le atribuyen
este evangelio a Lucas.
Lucas:
compañero del apóstol Pablo
Lucas era compañero misional del apóstol Pablo. Cuando Pablo apeló a
César, el procurador romano Festo lo envió a Roma. Lucas viaja con Pablo, en
aquel largo viaje hasta Italia, y detalló el naufragio que ambos vivieron. Durante
el encarcelamiento de Pablo en Roma, Pablo escribió varias cartas inspiradas,
en dos de las cuales menciona a Lucas (Hechos 28:30; Colosenses 4:14; Filemón
24).
Aunque varios abandonaron a Pablo durante su segundo encarcelamiento, Lucas,
en muestra de lealtad al apóstol, permaneció a su lado, aun bajo riesgo de su
propia libertad. Es posible que Lucas fungiera como secretario de Pablo, cuando
este dijo: “Solo Lucas está conmigo” (2 Timoteo 4:11). De hecho, se cree que Lucas
cuidó de la salud de Pablo, razón por la cual también le llamó el “médico
amado” (Colosenses 4:14).
El Evangelio
de Lucas: A quién fue dirigido
A diferencia de los otros 3 evangelios, de Mateo, Marcos y Juan, este
evangelio fue dirigido a una persona, cosa que leemos en las palabras de
apertura de este evangelio (Lucas 1:1-4):
Ya que
muchos han iniciado la recopilación de una declaración de los hechos, que entre
nosotros están plenamente acreditados, así como nos fueron entregados por parte
de aquellos que desde el principio llegaron a ser testigos oculares y
servidores del mensaje, yo también,
porque he investigado todas las cosas
desde el principio con exactitud, resolví
escribírtelas en un orden lógico, excelentísimo Teófilo, para que conozcas con certeza plena, las cosas que se te han enseñado
oralmente.
Lucas dirige a Teófilo tanto el libro de Hechos de Apóstoles como su
Evangelio, donde lo llama “excelentísimo Teófilo” (Lucas 1:3).
A Teófilo lo llama: “Excelentísimo”. Esto era una especie de
tratamiento de cortesía, para dirigirse a alguien muy rico e influyente.
Parece que Teófilo había oído acerca de Jesús, y se había interesado en
su mensaje. Pero… ¿es igual escuchar
sobre Jesús, aprender de Él por lo que se oye
de otros, que leer un relato fidedigno
e instructivo sobre su vida y
enseñanza? Lucas quería que su Evangelio ayudara a Teófilo a ‘conocer
plenamente la certeza de las cosas que se le habían enseñado oralmente’ (Lucas
1:4).
De acuerdo a lo que expresa un erudito en griego bíblico, Richard
Lenski, es poco probable que Teófilo fuera cristiano, cuando Lucas lo llamó
“excelentísimo”, porque “jamás en la literatura cristiana a ningún hermano en
la fe se le menciona con títulos de distinción terrenal”. Cuando tiempo más
tarde escribió el libro de Hechos, ya no usó el título “excelentísimo”,
sino que simplemente dijo: “Oh Teófilo” (Hechos 1:1). Por tanto, Lenski llega a
esta conclusión:
“Cuando Lucas escribió su Evangelio a Teófilo, este distinguido
personaje no era todavía cristiano, aunque estaba grandemente interesado
en los asuntos cristianos; pero cuando Lucas le envió el Libro de Los Hechos,
Teófilo ya había sido convertido”. Lo que quiere decir que, el evangelio de
Lucas logró su objetivo: lograr que su destinatario, Teófilo, se hiciera
seguidor de Jesús.
El Evangelio
de Lucas: Parábolas Singulares
Bien sabemos que a Jesús le gustaba enseñar con parábolas, relatos
cortos, de los que se pueden esclarecer o discernir, importantes enseñanzas y verdades
espirituales.
Las parábolas de Jesucristo que sólo aparecen en el evangelio de Lucas
son:
Los dos deudores (Lucas 7:41-47)
El buen samaritano (Lucas 10:30-35)
El hombre rico irrazonable (Lucas 12:16-21)
La higuera estéril (Lucas 13:6-9)
La entrada por la puerta angosta (Lucas 13:23)
La gran cena (Lucas 14:16-24)
La oveja perdida (Lucas 15:3-7)
La moneda de dracma perdida (Lucas 15:8, 9)
El hijo pródigo (Lucas 15:11-32)
El mayordomo sagaz (Lucas 16:1-8)
El hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31)
Esclavos que no sirven para nada (Lucas
17:7-10)
La viuda y el juez injusto (Lucas 18:1-8)
El fariseo que se creía justo y el recaudador de
impuestos arrepentido (Lucas 18:9-14)
La ilustración de los esclavos y las minas (Lucas
19:11-27)
Evidentemente, entre las más famosas parábolas de Jesús, la del buen
samaritano, la oveja perdida, y el hijo pródigo, las tenemos registradas solamente
en el evangelio de Lucas. Lo que demuestra que el Autor de la Biblia, Jehová
Dios, se aseguró de que la información más pertinente e importante sobre la
vida y enseñanza de Jesús, quedara escrita para beneficio de quienes desearan
seguir los pasos de Jesús con sumo cuidado y atención.
El Evangelio
de Lucas: Milagros de Jesús
Estos milagros, que únicamente aparecen en este evangelio son:
·
La pesca milagrosa de
algunos discípulos de Jesús (Lucas 5:1-6)
·
La curación de una mujer
encorvada (Lucas 13:11-13)
·
La curación de un hidrópico
(Lucas 14:1-4)
·
La curación de diez
leprosos (Lucas 17:12-14)
·
La restitución de la oreja
del esclavo del sumo sacerdote (Lucas 22:50, 51)
La mujer y
la oración:
Lo que
nos muestra Lucas sobre Jesús
Lucas era médico, y sus sentimientos de compasión y ternura se
evidencian en su evangelio. Por ejemplo, en el capítulo 1, está la única
información que existe en los Evangelios sobre Elisabet, la madre de Juan el
Bautista, y relata lo que sintió la criatura, que saltó en su matriz, al
acercarse María, ya embarazada. El mismo capítulo nos da una descripción
enternecedora de cómo respondió María a la idea de ser la madre del Mesías.
Las mujeres son figuras protagónicas en este evangelio, y su relación
con Jesús. Una de ellas es Ana, la
profetisa, que a sus 84 años, cargó en sus brazos al Mesías, Jesús. La viuda de Naín, a quien Jesús
resucitó su único hijo que había muerto. La
mujer que había sido pecadora, pero que lavó los pies de Jesús con sus
lágrimas. Lucas destaca a las mujeres
que usaron sus bienes para atender a las necesidades de Cristo. Lucas detalla
la curación que efectuó Jesús en una mujer, aquella que tenía 12 años
padeciendo de flujo de sangre.
La conversación entre Marta y María por los quehaceres de la casa y la
comida, también es descrita en detalle por Lucas. Relata sobre la “hija de
Abrahán” que había estado lisiada por 18 años, y describe las parábolas de la
mujer que perdió una moneda, y la de la viuda y el juez. (Puede repasar las
citas de Lucas 2:36-38; 7:11-15, 36-50; 13:11-16; 15:8-10). Obviamente, estas
no son todas las referencias que aluden de manera especial a la mujer, pero
demuestran el grado de apertura y madurez que tenía Lucas, que fue parte de lo
que Jesús demostró en su ministerio, sobre la participación sobresaliente de la
mujer en la sociedad cristiana del Siglo I.
Jesús:
El hombre de oración
Para Lucas, la oración era parte clave de la vida de Jesús. Por eso
vemos que sólo Lucas menciona ciertas oraciones de Jesús. Por ejemplo, Lucas es
el único que nos dice que Jesús estaba orando al bautizarse, cuando los cielos
se abrieron, y el espíritu santo fue derramado sobre él, y que más tarde Cristo
pasó toda la noche en oración. (Lucas 3:21; 6:12) Otros ejemplos se encuentran
en Lucas 5:16; 9:18, 28; 11:1; 23:46. Además, Lucas destaca varias parábolas de
Jesús relacionadas con la oración:
El amigo imprudente y persistente (Lucas 11:5-8)
La viuda y el juez injusto (Lucas 18:1-8)
El fariseo que se creía justo y el recaudador de
impuestos arrepentido (Lucas 18:9-14)
Detalles singulares
¿Qué detalles presenta Lucas que enriquecen la comprensión sobre la
vida de Jesús y su obra de enseñanza? Veamos algunos:
Lucas nos habla de 2 personajes que se relacionaron con Jesús en
circunstancias particulares. Uno de ellos, Zaqueo,
recaudador de impuestos, era un hombre de baja estatura, y se subió a un árbol
para poder ver a Jesús. Llegó a ser su discípulo. Y uno de los delincuentes que fue ajusticiado junto a Jesús, se
arrepintió, y Jesús le prometió estar con él “en el Paraíso” cuando “entrara en Su reino” (Lucas 19:1-10;
23:39-43).
Lucas usa más de 300 términos de medicina, o palabras a las cuales
da un significado médico, que no usan los demás escritores de los evangelios. Por
ejemplo, Lucas detalla la lepra, y los estadíos de la enfermedad. Mientras que
para los otros evangelistas la lepra es lepra, sin más explicaciones, para el médico Lucas es
importante explicar las diferentes etapas de lepra, como cuando Lucas habla de
“un hombre lleno de lepra”. Lázaro, dice
él, estaba “lleno de úlceras”. Lucas informa
que la suegra de Pedro tenía “una fiebre alta” (Lucas 5:12; 16:20; 4:38).
En Lucas 3:1, 2 se detalla el año de inicio del ministerio de
Jesús: “En el año decimoquinto del reinado de Tiberio César, cuando Poncio Pilato era gobernador de Judea,
y Herodes era gobernante de distrito
de Galilea, pero Filipo su hermano
era gobernante de distrito del país de Iturea y de Traconítide, y Lisanias era gobernante de distrito de
Abilene, en los días del sacerdote principal Anás, y de Caifás, la
declaración de Dios vino a Juan el hijo de Zacarías en el desierto”. Lucas
menciona 7 funcionarios públicos, a fin de poder establecer la fecha del
comienzo del ministerio de Juan y el de Jesús.
Lucas en su evangelio registra la genealogía de Jesús hasta Adán,
antepasado de toda la humanidad (Lucas 3:23, 38).
Evangelio de Lucas: fortalece la Fe
Leer
el evangelio de Lucas fortalece la fe. Por ejemplo, en Lucas 11:5-10 encontramos
una parábola que nos enseña el valor de la oración. Orar es más que hablar con
Dios: es una actitud espiritual, y eso quiso enseñarnos Jesús. Pero, ¿qué
actitud debemos tener con respecto a la oración? La parábola indica:
Además, dijo: “¿Quién de ustedes,
tendrá un amigo, e irá a él a medianoche y le dirá: ‘Amigo, préstame tres
panes, porque un amigo mío acaba de venir de viaje, y no tengo qué poner
delante de él para que coma’? Y aquel, desde dentro, en respuesta dice: ‘Deja
de darme problemas. La puerta ya está asegurada con cerradura, y mis niñitos
están conmigo en la cama; no puedo levantarme y darte nada’. Les digo: Aunque
no se levante a darle algo por ser su amigo, ciertamente por causa de su
persistencia atrevida se levantará, y le dará lo que necesite.
Por consiguiente, les digo: Sigan
pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les
abrirá. Porque todo el que pide recibe, y todo el que busca halla, y a todo el
que toca se le abrirá.
Esta
ilustración es sencilla. Trata de un hombre que va a casa de un amigo, a buscar
que le ayude con un favor. ¿Cuál? Que por favor, le dé 3 panes, porque de
repente le llegó visita, y no tiene comida qué darle. La hospitalidad era un
asunto de honor en tiempos de Jesús, y era una gran vergüenza el no poder
atender con comida y atenciones a alguien que visitaba la casa. Pero era de
medianoche, y el vecino ya se había acostado. La casa del vecino era de una
familia de clase trabajadora, y consistía en una habitación grande. Para el
vecino al que le fueron a pedir pan, levantarse significaba tener que molestar
a toda la familia, de ahí que el hombre no estuviese dispuesto a atender la
petición. Pero… lo hace. ¿Por qué? Por la “persistencia atrevida del hombre”.
Al
orar, Jesús nos enseña que debemos tener esa actitud perseverante, insistente,
y hasta osada, al pedir a Dios. “Sigan
pidiendo, sigan tocando, sigan buscando”, es decir, sigan, sigan, sigan, es la actitud del
que ora a Dios. ¿No se supone que Dios escucha las oraciones? Sí, pero es la
actitud perseverante en lograr la respuesta a nuestras oraciones lo que
enfatiza Jesús. No es asunto de “bueno, ya oré, Dios verá si lo hace”. Esa
parece ser una actitud de fe, pero en realidad, equivale a decir a Dios: “ya te
oré una vez, y me da igual si me respondes o no”.
Orar
es insistir, actuar, confiar y esperar en Jehová, y es una de las cosas que nos
enseña Jesús mediante esta parábola. Orar así, fortalece la fe.
Nuestra
fe se hace fuerte, al entender las actitudes espirituales que agradan a Dios.
Una de ellas, la actitud humilde ante Dios. Tenemos la parábola del fariseo que
se creía justo y el recaudador de impuestos arrepentido (Lucas 18:9-14). El
fariseo se creía justo, bien posicionado ante Dios, muy satisfecho de sí mismo.
Leemos:
Habló
esta parábola a algunos que confiaban en
sí mismos como hombres justos, y que consideraban
como nada a los demás:
“Dos
hombres subieron al templo a orar, el uno fariseo y el otro recaudador de
impuestos. El fariseo se puso de pie y
oraba para sí estas cosas: ‘Oh Dios, te agradezco que no soy como los demás
hombres, dados a la maldad, la extorsión, adúlteros, ni siquiera como este
recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana, doy el diezmo de todas
las cosas que adquiero’.
Pero
el recaudador de impuestos, estando de pie a la distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos hacia el cielo, sino que se
golpeaba el pecho, y decía: ‘Oh Dios, sé benévolo para conmigo, que soy pecador’.
Les
digo: Este hombre bajó a su casa probado más justo que aquel; porque todo el que se ensalza será humillado, pero
el que se humilla será ensalzado”.
El
fariseo y el recaudador de impuestos son dos polos opuestos. Ambos, al
acercarse a Dios a orar, tenían una opinión propia acerca de sí mismos. El
fariseo, confiaba en su propia posición de hombre que era “bueno” ante Dios,
por sus obras. Y el recaudador de impuestos, una persona considerada como “pecadora”,
no quería ni alzar los ojos al Cielo, y pedía a Dios Su misericordia.
Hoy
día, vemos personas con las dos actitudes. Unas, como los fariseos, se
enorgullecen de su posición “espiritual” ante otros, como maestros, ancianos,
pastores, o líderes de iglesia o congregación. Otros, se jactan de que pagan
diezmos y hacen esto y aquello “para Dios”. ¿Qué busca Dios realmente?
¿Títulos, posiciones, dinero? ¿O un corazón humilde, que busque Su favor? ¿A
cuál de los dos nos queremos parecer? ¿Cuál de los dos es bien visto a los ojos
de Jehová?