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La ternura de Dios

Le llaman la hormona de la ternura.

Es la oxitocina
 
La produce el cerebro, en el núcleo paraventricular del hipotálamo, y es expulsada por la glándula hipófisis al torrente sanguíneo. Su función es estimulante y los mecanismos que la provocan son varios, como por ejemplo, el parto.

Por supuesto, también existen factores psicológicos capaces de activarla, como la risa y los pensamientos positivos. La oxitocina despierta conductas maternales y amorosas, necesidad de tocar, ternura, confianza en el otro y serenidad


La ternura que irradia una madre hacia su hijo o hija recién nacido es evidente. Por ejemplo, cuando en la noche llora el bebé, ella se despierta enseguida, ya no tiene el sueño tan profundo. Con amor se levanta a atender cualquier necesidad de esa criaturita, pequeña e indefensa, que depende de ella al 110%.

Cierto es que parte de esa ternura, como ya hemos visto, está relacionada con mecanismos fisiológicos y endocrinos, con la liberación de hormonas como la oxitocina. Pero sería muy absurdo pensar que toda esa ternura y cariño de una madre por el fruto de su matriz es sólo cuestión hormonal o química, puesto que el Creador de ese mecanismo es Jehová, quien es Amor. Y la ternura, es una manifestación distintiva del amor de Dios por cada uno de sus hijos e hijas. 


¿Qué es la ternura en la Biblia?


Hallamos en el hebreo bíblico una palabra: rajám. Es una palabra con una variedad de matices de significado muy profundos. Puede significar amar, amar profundamente, amor desde lo más profundo de las entrañas del ser, tener misericordia, ser compasivo, tener tierno afecto. Un diccionario bíblico indica que esta palabra, “expresa un profundo y tierno sentimiento de compasión, como el que surge por la debilidad o el sufrimiento de aquellas personas que nos son queridas, o por aquellos que necesitan de nuestra ayuda”. Es interesante destacar que esta palabra está relacionado con la palabra hebrea para “matriz” y se relaciona con la compasión maternal.


Sabemos que Jehová es el Padre, así lo llamó Jesús vez tras vez, cosa que se menciona muchas veces en el Evangelio de Juan. Pero la Biblia nos habla mucho sobre la ternura de Dios, y nos muestra a un Dios que es el Padre, con una ternura maternal. ¿Cómo entender esto? 


En Isaías 49:15 leemos: 


¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, para no compadecerse [rajám] del hijo de sus entrañas? Aunque ella se olvide de ti, yo nunca te olvidaré” (Versión Nueva Reina-Valera). 


La pregunta de Dios es: ¿puede una madre olvidarse de su hijo o hija recién nacido? Es evidente que eso no sucede, es sumamente excepcional que eso ocurra. Pero aún, más allá de esos casos excepcionales, Dios nos asegura su amor excepcional, único y tierno por ti.


Vivimos en los “tiempos críticos y fieros” en los que se predijo que los hombre y mujeres no tendrían “ternura natural” (2 Timoteo 3:1, 3). Por otra parte, el amor del Padre Jehová, el Abba, es decir: “Yo nunca te olvidaré”


No importa tu pasado, qué hayas vivido y qué hayas sufrido. La ternura de Dios está allí para ti, sin juicios ni cuestionamientos. Acéptala, búscala y disfrútala.


La ternura de Dios no es sentir lástima o un sentimiento de "pobrecito de ti, cómo sufres". Jehová siente amor profundo, ternura desde su más profundo Ser por sus hijos e hijas amados. ¿No es eso lo que enseñó Jesús, que Dios tanto nos amó que dio a Su Hijo para tener vida eterna si ejercemos fe? 


¿Cómo hoy día vemos la ternura de Dios por cada uno/una de nosotros? Una de ellas es la oración. Dios escucha nuestras oraciones, nuestras súplicas a Él. Jehová es consciente de todos nuestros sufrimientos, nuestras luchas, nuestras frustraciones, sabe lo que vivimos y sentimos día a día y durante el día. Quizás nosotros no somos conscientes de ello, pero Dios sí que lo es, y si sabe hasta cuando un gorrioncito cae a tierra, ¿cómo no va saber cómo estamos y nos sentimos?



Quizás pensemos: "oh no, yo no soy digno o digna de que Dios me tenga compasión porque he hecho esto, aquello y lo otro". A Dios le complace que seamos humildes y reconozcamos nuestros errores, pero tiene misericordia, y nos tiende Su mano poderosa para socorrernos y levantarnos del polvo de la depresión, o del sentimiento de desánimo y de frustración. Dios es tierno, y eso lo demostró la parábola de Jesús del padre del hijo pródigo. Allí vemos la ternura de Dios hacia sus dos hijos: el pródigo y el mayor. Porque ambos fallaron ante el padre de la parábola: el pródigo por irse sin importarle nada su propia vida y su futuro, y el mayor, por ser orgulloso, y no sentirse digno del amor del padre.


Algo similar nos puede pasar. Que nos sentimos indignos del amor y la ternura de Jehová, o por nuestros errores, o porque creemos que no es posible estar a la altura de lo que Dios nos pide, y no nos sentimos hijos e hijas de Dios.


Dios es misericordioso y bueno. "Busquen a Dios mientras pueda ser hallado", es la exhortación amorosa que se hace para quienes se sienten lejos del Padre.



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