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"Dar testimonio de Jesús inspira el profetizar"


Fin del mundo
Centuria X 


LXX 
El ojo por objeto hará tal excrecencia.

Tanto y ardiente que caerá la nieve,

Campo regado decaerá,

Que el primado sucumbirá en Regia.

LXXI 
La tierra y el aire helarán tanta agua,

Cuando se venga en Jueves a venerar

El que será jamás fue tan bello,

De las cuatro partes vendrán a adorarle.

LXXII 
El año mil novecientos noventa y nueve, siete meses,

Del cielo vendrá un gran Rey de terror:

Resucitar el gran Rey de Algolmois,

Antes después de Marte reinar por buena dicha.

LXXIII 
El tiempo presente con el pasado.

Será juzgados por gran Jovialista:

El mundo tarde le será dejado,

Y desleal por el clero jurista.

LXXIV 
En la revuelta del gran número séptimo,

Aparecerá en tiempo juegos de Hecatombe,

No alejado de la gran edad milenaria,

Que los entrados saldrán de su tumba.

LXXV 
Tan esperado no volverá jamás,

En Europa, en Asia
aparecerá,

Uno de la liga salida del gran Hermes,

Y sobre todos Reyes de Oriente crecerá. 
Estas son algunas cuartetas referentes al fin de los tiempos, que aparecen en uno de los libros más controversiales y polémicos que pueden existir, y no es para menos, dado su contenido. Nos referimos a las Centurias de Michel de Nostradamus. Y es lógico que un libro de estas características levante polémica y miles de discusiones entre quienes creen en las profecías y los escépticos ya que estamos hablando de profecías interpretadas por el hombre.
Desde que esta obra fue publicada por vez primera en 1555, ha causado impacto en las personas, desde aquellas comunes y corrientes, hasta reyes y reinas, quienes se han buscado referidos en estas profecías. Muchos estudiosos de Nostradamus concuerdan en que estas son interpretadas por el hombre, por lo que la captación del mensaje será diferente según quien lo piense y cómo lo vea. De hecho, los hombres de ciencia sostienen que las profecías no son tal, sino que los propios hombres las han traducido y las han acomodado para que sí parezcan verdaderas predicciones sobre el futuro, aggiornándolos (actualización dependiendo del momento histórico que convenga que parezca "predicho"por Nostradamus) a los acontecimientos actuales.

Obviamente, en este 2011, como en el siglo XVI d. C., cualquier persona que prediga el futuro, se atraerá para sí la atención de 2 tipos de personas: los que buscan creer en quienes les digan qué va a pasar, y por supuesto, los escépticos, los que dudan o ponen en tela de juicio cualquier "profecía" o interpretación de profecías.   

Si hoy en día hay quienes creen en Nostradamus, las profecías Hopis, las mayas, etc, también hay quienes creen en las profecías que aparecen en la Biblia. Y no es de extrañar que también haya quienes duden y cuestionen la profecía bíblica, como auténtica y acertada predicción sobre el futuro, que se cumpla de forma infalible. 
   
Y es que eso de predecir el futuro, pronosticar sucesos, acontecimientos, personas, naciones en específico que serían potencias mundiales, es definitivamente... cosa de Dios. Tenemos que reconocer que nuestra capacidad de predecir el futuro es muy limitada, pero Dios, que TODO lo sabe y lo puede, no está limitado para preconocer y predeterminar lo que ha de suceder. 

Y la Biblia es un libro profético. En ella encontramos mensajes inspirados, revelaciones y proclamaciones de la voluntad y propósito divinos. Se calcula que el 25% del contenido de la Biblia es profético. Desde Génesis a Revelación, hay abundante referencia a profecías, que Jehová inspiró por medio de Su espíritu santo, y que comunicó por medio de sueños y visiones a sus siervos, los profetas.


He aquí una diferencia fundamental entre las profecías de Nostradamus o Hopis, por citar algunos ejemplos, y la Biblia: las de la Biblia son inspiradas por Dios. Es más, hasta la interpretación de las profecías bíblicas es también inspirada por espíritu santo, para que se coloque un sello sobre visión y profeta, puesto que, quien predice en el nombre de Jehová e interpreta verdaderamente en el nombre de Jehová, dirija la atención hacia el Autor de la profecía y su interpretación, y no a sí mismo, como quien busca fama, dinero y poder. Porque, y eso es lo que nos muestra la misma Biblia, no existe una profecía bíblica y múltiples e infinitas interpretaciones, acomodadas al vaivén de los tiempos, o de las conveniencias de las personas, sino que está reservada para la realidad espacio-temporal en la historia de la Humanidad que Jehová Dios quería que se hiciera realidad la profecía.   


Dar testimonio de Jesús inspira el profetizar


El apóstol Juan, quien recibió el Apocalipsis en Patmos, escuchó a un ángel decir: "el dar testimonio de Jesús es el que inspira el espíritu de profetizar" (Revelación 19:10). Y es que desde que Jehová pronunció la primera declaración profética en Génesis 3:15, colocándose a sí mismo Él como Profeta, la línea argumental de profecías inspiradas que aparecen en la Biblia, apunta inexorablemente a una persona: Jesús. En este punto, quizás nos sorprenda un poco reconocer que la profecía bíblica inspirada busca dirigir nuestra atención en una Persona, y no en el cacareado "fin del mundo", y esa persona es Jesús de Nazaret.



¿Por qué Jehová Dios ha inspirado durante milenios profecías que tienen como objetivo a Jesús?


Tengamos presente que el hombre y la mujer, desde lo sucedido en Edén, cayó en una condición de disfavor y lejanía con respecto de Dios. Pero Jehová inicia las acciones pertinentes para recobrar a la Humanidad. Es Dios y no el hombre quien da el primer paso hacia la reconciliación. Y Dios lo asegura por medio de la profecía de Génesis 3:15, también conocida como el Pacto Edénico, en la que Jehová promete dar una descendencia, una por medio de la cual TODAS las naciones serán bendecidas, como le promete a Abrahán (Génesis 22:15-18).

Y la gran revelación, la gran profecía en este sentido, es la revelación del Hijo del Hombre, que tiene lugar en la plenitud de los tiempos, el llamado "fin de los tiempos" o "fin del mundo". Es la Presencia de Cristo, predicha por Jesús mismo, dando un carácter particular al hecho de quel el más grande Profeta de Jehová es... Jesucristo, Aquel de quien dan testimonio "la Ley, los Salmos y los Profetas". Es en el fin de los tiempos señalados por Dios, en los que la Iglesia o Congregación de Jesucristo cede su lugar al Reino de Dios, ese gobierno celestial y terrenal (que en realidad es un solo gobierno), que regirá a la Humanidad, llevándola a transitar el camino de retorno al Padre, y el establecimiento de la justicia, en unos "nuevos cielos y nueva tierra". En ese tiempo es el Reino, no la Iglesia o Congregación la que asume las riendas de hacer cumplir la voluntad de Dios "en el Cielo y en la Tierra".








El apóstol Pablo llama a Cristo el “secreto sagrado de Dios”, en Quien “están ocultados en Él con sumo cuidado, TODOS los tesoros de la sabiduría y del conocimiento de Dios” (Colosenses 2:3). Dichas palabras confirman que Jehová Dios ha asignado a su Hijo el rol clave en la realización de Su Voluntad, relacionada con poner a la Tierra y sus habitantes en el lugar que Dios había previsto para ellos, mediante “una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a saber: el reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas celestes y las terrestres” (Efesios 1:9, 10; 1 Corintios 15:24, 25). 

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