Los Evangelios: Juan
“De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo
unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que
tenga la vida eterna”
Juan 3:16
Este versículo de la Biblia es tan
importante, que se le ha llamado con justicia “el Evangelio en miniatura”. ¿Por
qué? Porque no hay mejor explicación
de lo que significa la palabra “evangelio”, que es buenas nuevas o noticias,
que la buena nueva del amor del
Padre, expresado de manera sublime, al dar a Su Hijo Jesucristo, para que
ejerciendo fe en Él, sea posible alcanzar la vida eterna.
Estas palabras las dijo
Jesucristo al conversar con un hombre llamado Nicodemo, pero las podemos leer
en las Escrituras, gracias a que un hombre muy singular, por inspiración
divina, las escribió como parte del registro que realizó sobre la vida de
Jesucristo. Su nombre: Juan.
Juan, al apóstol, es el autor del
último de los evangelios. ¿Quién era él? ¿Qué información sobre Jesucristo nos
ofrece su evangelio? ¿Qué podemos aprender de su evangelio nosotros hoy?
Veamos.
Juan, ¿quién era él?
Transcurre la
última cena, o Cena del Señor. Están junto a Jesús sus 12 apóstoles, pero uno
de ellos, está sentado en un lugar muy especial, el que indica este verso
bíblico:
En el pecho
de Jesús estaba reclinado uno de sus discípulos, y Jesús lo amaba.
Juan 13:23
¿Quién estaba
sentado al lado de Jesús, como el favorito del grupo de apóstoles? Era Juan, el
apóstol, hijo de Zebedeo, hermano de Santiago, primo de Jesús.
En los
evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, siempre se observa a Juan como uno de los
tres discípulos más allegados a Jesús. Estuvo presente en la transfiguración,
la resurrección de la hija de Jairo, y fue uno de los 3 que acompañó a Jesús en
Getsemaní la noche en que fue traicionado por Judas.
Juan era muy
allegado a Jesús. Era el discípulo amado o preferido. Al hacer una semblanza sobre
la personalidad de Juan, se le ha catalogado como un hombre romántico,
idealista, introvertido, una de esas personas que se destaca por su carácter
contemplativo, reservado. Al leer su evangelio y sus 3 cartas de consejo, el
tema del amor es predominante en su escritura.
¿Era Juan la
figura “idealista” o “introvertida” dentro del grupo de apóstoles?
Evidentemente, cuando pensamos en las distintas personalidades de los
apóstoles, tenemos muy grabado en la memoria a Pedro, como un hombre extrovertido,
de carácter, siempre hablando, siempre en acción, y Juan es más bien la persona
que si acaso se menciona a sí mismo, de carácter callado (cosa que no hace en
su evangelio, se refiere a sí mismo como el “discípulo a quien Jesús amaba).
La personalidad
y carácter de Juan refleja que es una persona reservada, discreta, es un hombre
intuitivo, que se lo piensa 2 y hasta 3 veces para decir o hacer algo. Era una
persona de talante firme, y actuaba cuando y cómo debía hacerse. Tengamos
presente que Juan vivió más que todos los demás apóstoles, y que él solo fue la
autoridad para los cristianos en el Siglo I al morir todos los demás apóstoles.
Jesús le hizo
ver el Apocalipsis, del cual Juan es también escritor. Y conocemos el contenido
del libro de Revelación, el único libro profético de las Escrituras Cristianas
o Nuevo Testamento. Por esta razón se le llama a Juan el “místico”, el hombre
de las visiones y revelaciones sobrenaturales más importantes de toda la
Biblia: el Apocalipsis.
Su relación
particular con Jesús, de cariño y amistad profundas, se ve reflejado en la
visión que presenta Juan sobre
Jesucristo. Cuando Juan escribe su evangelio, ya existían los otros 3, los de
Mateo, Marcos y Lucas. Sin embargo, el contenido de este evangelio de Juan es
de un 92% singular, con información
que solamente está registrada por él.
Jesucristo según Juan
Jesucristo, según Juan, era una
persona con un historial realmente, impresionante. De hecho, al final de su
evangelio reconoce lo siguiente:
Hay, de hecho, muchas cosas que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez con todo detalle, yo supongo que el mundo no podría contener los rollos que se escribieran.
Juan 21:25
Para muchas
personas, Jesús simplemente era una persona que hablaba bien, un Rabí, aunque
no había ido a una escuela rabínica. Pero para Juan, Jesús ya había existido
antes de venir a la Tierra. ¿Quién era Jesús antes de vivir en la Tierra como
humano?
En el principio la Palabra era, y la Palabra estaba
con Dios, y la Palabra era dios. 2 Este
estaba en el principio con Dios. 3 Todas las cosas vinieron a existir por medio de
él, y sin él ni siquiera una cosa llegó a existir.
Juan 1:1-3
La Palabra era…
Dios. Cuando Juan escribió por inspiración divina, él reflejó una verdad: que
Jesús, en la Creación, estaba con Dios, y que Él mismo era un Dios. La
naturaleza divina de Jesucristo es colocada claramente por Juan en su
evangelio. El apóstol Pablo también expone en detalle la existencia prehumana
de Jesucristo en su carta a los Colosenses. En el Siglo I, la gente tenía muy
claro de qué hablaban Juan y Pablo: que Jesús de Nazaret
Y al llegar a
la Tierra, Juan nos dice:
Y el Verbo
se hizo Carne.
Juan 1:14
¿Es Jesucristo el Dios Todopoderoso? Una lectura del evangelio de Juan nos informa que el Dios Todopoderoso
es el Padre, al que tanto menciona Jesús en su enseñanza y oración. ¿Sabe cuántas veces se menciona en el
evangelio de Juan que Jesús tiene un Padre al que adora y ora con fervor? Casi
130 veces.
Jesucristo,
según Juan es el Hijo Unigénito de Jehová:
De modo que la
Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros, y tuvimos una vista de su
gloria, gloria como aquella que
pertenece a un Hijo Unigénito de parte de un padre. Y estaba lleno de gracia divina y verdad. Porque todos nosotros recibimos de su
plenitud, sí, gracia divina sobreabundante. Porque si la Ley fue dada por
medio de Moisés, la gracia divina y la
verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás.
El dios unigénito que está en la posición del seno para con el Padre lo ha
explicado.
Juan 1:14-18
Estas palabras
nos muestran quién es Jesucristo, según la perspectiva de Juan. Jesús es el
Hijo Unigénito del Padre, que
disfruta de gracia divina y verdad. Y de quien nosotros podemos recibir también
gracia divina y verdad, en la plenitud del Padre. Juan compara a Moisés con
Jesús.
Moisés es la Ley.
Jesús es la gracia
divina y la verdad.
Y si Jesús es
la gracia divina y la verdad, es el medio por el cual podemos ver y apreciar la gloria de un
Dios a quien nadie ha visto jamás.
Para los que
seguimos a Jesús, Él representa el “camino, la verdad y la vida”. Y entendemos
por qué: sólo por medio de Jesucristo, accedemos al Padre. Y esta verdad fundamental
se expone y destaca a lo largo de todo el evangelio de Juan.
Información
singular del
evangelio de Juan
Milagros de
Jesús, que sólo nos presenta Juan:
Convertir agua en vino (Juan
2:1-11)
Devolver la vista a un hombre que
nació ciego (Juan 9)
La resurrección de Lázaro (Juan
11)
Los 153 pescados que recibieron
los apóstoles después de la resurrección de Jesús (Juan 21)
En este evangelio, Jesucristo es:
El Cordero de Dios (1:29)
El Hijo unigénito de Dios (3:18)
El novio (3:29)
El verdadero pan del cielo (6:32)
El pan de Dios (6:33)
El pan de la vida (6:35)
El pan vivo (6:51)
La luz del mundo (8:12)
El Hijo del hombre (9:35)
La puerta del aprisco (10:9)
El pastor excelente (10:11)
La resurrección y la vida (11:25)
El camino y la verdad y la vida
(14:6)
La vid verdadera (15:1)
En este evangelio se destacan palabras que usó Jesús con
frecuencia como “testimonio,” “verdad,” “luz,” “vida” y “amor”. Por ejemplo, en el Evangelio de Juan la palabra “testimonio” se
usa dos veces más que en los otros tres Evangelios combinados, como cuando dijo
a Poncio Pilato: “Yo para esto nací, y para esto vine al mundo, para dar
testimonio a la verdad” (Juan 18:37).
La palabra “verdad” también se
destaca. Se menciona 3 veces más que en los otros tres Evangelios combinados. Un
ejemplo de esto:
“Dios es un Espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con
espíritu y con verdad”
“Si permanecen en mi palabra, . . . conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”
“Hazlos santos por medio de la verdad.
Tu palabra es la verdad”
Por supuesto, hay mucha más
información singular sobre Jesús que se menciona en este evangelio, digna de
estudio y reflexión.
Jesucristo: en conversaciones de profundo impacto espiritual
Una característica de este
evangelio, son las conversaciones de Jesús con diferentes personas, en momentos
muy puntuales durante su ministerio.
Nicodemo, la mujer samaritana, los
fariseos, Marta, Poncio Pilato, Tomás, son algunas de las personas con las que
Jesús conversó, aclarando puntos de vista, opiniones, o respondiendo a situaciones que se le plantearon.
Jesús a través de estas conversaciones enseñó. Por ejemplo, a Nicodemo mostró que había que nacer de nuevo del agua y del espíritu, para entrar al Reino de los Cielos. A la samaritana dijo que llegaría la hora, en que las personas adorarían al Padre con "espíritu y verdad", porque el Padre busca a esas personas para que le adoren. Y a Marta, hermana de Lázaro, le dijo que Él era la "resurrección y la vida", y le preguntó si ella creía en la resurrección de los muertos.
Cuando a Tomás le dijeron que Jesús resucitó, Tomás dijo que él tenía que meter el dedo en la llaga de la herida de Jesús para creer. Ese es el origen de la famosa frase "ver para creer", que la patentó Tomás con su copyright.
¿Qué hace Jesús? Se le presenta a todos los apóstoles, y en especial, a Tomás, y le insta a... meter el dedo en la llaga. "Deja de ser incrédulo y hazte creyente", le exhorta Jesús a hacer. Tomás, lógicamente, cree por fin en la resurrección de Jesús, pero este le dice que es feliz el que no ve, y sin embargo, cree.
Esta exhortación de Jesús a Tomás resume bien lo que enseñó Jesús: la fe. ¿Qué es fe? No es ver para creer, como dijo Tomás. La fe, según Jesucristo, es un ejercicio activo que exige un gran comprormiso por parte de sus discípulos. Cuando leemos el evangelio de Juan, vemos a un Jesús que no se conforma con lo externo, sino que va a lo interno, al corazón. Es el Jesús que habla de adorar al Padre con espíritu y con verdad, el que le pregunta a los apóstoles si ellos están dispuestos a seguirlo o a irse, como hicieron muchos. "Señor, ¿a quién nos iremos? Tus dichos son dichos de vida eterna", respondió Pedro.
Al conocer a Jesús de Nazaret y sus enseñanzas, tenemos que concordar plenamente con lo que dijo Pedro. No hay nadie que tenga esos dichos de vida eterna, que no sea Jesucristo mismo. ¿A quién ir, sino es a Él, para llegar al Padre?